Los
Alumnos de Alto Rendimiento Académico.
Nota: A pesar de parecer políticamente
incorrecto, me permito la utilización del masculino genérico para abarcar tanto
al plural femenino como masculino tal como la RAE me permite.
Una de las confusiones más frecuentes a nivel social y escolar es la que se da
entre los alumnos con sobredotación intelectual y los alumnos con alto
rendimiento académico. Los alumnos de alto rendimiento académico son
alumnos con altas capacidades intelectuales por tener un talento complejo, esto
es, un percentil superior a 80 en tres capacidades: verbal+lógico+gestión de
memoria, pudiendo presentar o no, otros talentos añadidos.
Todos conocemos el estereotipo, los niños y niñas de alto rendimiento académico
son aquellos que levantan la mano, que entregan sus trabajos con el doble de
cantidad de palabras, que hacen su tarea y llegan más allá de ella para
entender la materia de dentro a fuera. Estos son los niños que, estando
por encima de la media de población en capacidad, también lo están en logro
escolar. Estos chicos saben cómo estudiar, porque estudiar es una forma
de vida para ellos; se saben organizar y son diligentes, y entienden que
su éxito está relacionado con el trabajo duro, porque lo han aprendido a través
de esta experiencia. Pero estos niños no tienen porqué ser superdotados,
lo que no quiere decir, en absoluto, que no tengan unas necesidades educativas
específicas por sus altas capacidades intelectuales.
Las frustraciones en estos niños vienen a menudo de falta de retroalimentación
con sus profesores, del trabajo en grupo con estudiantes menos motivados, y de
un material curricular que se repite una y otra vez.
Estos estudiantes son a menudo los delegados de la clase, y algunos pueden
disfrutar de liderazgo dentro y fuera del ámbito escolar.
El trabajo académico con estos estudiantes debe ser realmente de
enriquecimiento y profundización, incluyendo la posibilidad tanto de realizar
adaptaciones curriculares individualizadas como de flexibilizar las etapas de
la educación obligatoria, adaptándose, de este modo, a sus ritmos de
aprendizaje.
Sus necesidades son más fáciles de atender que las de los alumnos superdotados
que hemos expuesto en otros post, hay que aportarles material nuevo, hay que
realizar actividades extracurriculares y hay que darles la oportunidad de
compartir su trabajo con otras personas, tengan o no su misma capacidad.
Pero el enriquecimiento debe ser una opción real y no un castigo, tal como
sucede habitualmente.
Hay, por supuesto, estudiantes que pertenecen a los dos grupos - estudiantes
que están muy motivados y son superdotados-. Estos estudiantes tienen
derecho a que se les atienda educativamente y a disponer de un plan de estudios
personalizado que les permita desarrollarse adecuadamente. En este
sentido, la evaluación psicopedagógica y las medidas educativas que en ella se
deberían establecer, no pueden ser un simple “copia y pega” de medidas vacías,
tal como sucede en la actualidad. De nada sirve que se establezca un
enriquecimiento “general” o una “adaptación general de materiales” o una
“adecuación de la enseñanza a los intereses del alumno”, cuando en ninguna
parte del informe realizado por los orientadores se indican cuáles son las
fortalezas y debilidades del niño en particular, ni cuáles sus áreas de talento
más desarrollados, ni cuál es su forma de aprendizaje, ni se establece un
currículo material real sobre el que ampliar la materia, porque todo se refiere
al currículum ordinario, que, no lo olvidemos nunca, es de objetivos
mínimos.
Cuando visualizamos la programación que establecen en su informe los
orientadores para los estudiantes superdotados, a menudo, vemos que son las
mismas que se deberían establecer para el grupo de alto rendimiento y son las
mismas para todo tipo de superdotados, independientemente de su CI o de
cualquier otra característica. Esto debe cambiar si realmente queremos atender
al alumnado de altas capacidades intelectuales, puesto que una buena evaluación
psicopedagógica PERSONALIZADA, es la base de la atención educativa del futuro y
es la base de la parten los colegios especializados de altas capacidades de
todo el mundo. Y es también fundamental que la información recogida en el
Informe Psicopedagógico por los Orientadores o los Especialistas llegue a los
padres, a los docentes y, si, a los interesados, siempre que tengan suficiente
juicio para ello.
Muchos de los problemas con que se enfrentan estos niños se relacionan con el
sexismo, el racismo y el elitismo, lo que es fácilmente comprobable si se
investiga la proporción de niños/niñas superdotados puesto que en las
estadísticas oficiales queda claro que la cantidad de alumnos etiquetados
oficialmente por el sistema como superdotados es casi el doble que la cantidad
de alumnas; o de niños/niñas de diferentes etnias superdotados, veamos cuántos
niños/as superdotados de etnia gitana o sudamericanos, o subsaharianos tenemos
identificados. Asimismo, el hecho de llevar a cabo una atención efectiva
de este colectivo choca con un sentimiento de que ésta sería una “ventaja
desleal para unos pocos elegidos”. No es de extrañar, entonces, que
muchos educadores supediten la intervención educativa al logro académico del estudiante,
lo que genera una situación irresoluble para la mayoría de alumnos de altas
capacidades intelectuales.
Hemos de tener en cuenta en este aspecto que un alumno/a con necesidades educativas
especiales es aquel que muestra desviaciones en comparación con el niño
promedio (Dr. Macotela 1994). Aproximadamente un 4% se encuentra entre
dos y tres desviaciones estándar por debajo del promedio (CI entre 55 y 70) y
otro 4% entre dos y tres desviaciones estándar por encima del promedio (CI
entre 130 y 145). La desviación es tal, que el sujeto requiere de
prácticas escolares modificadas o especiales para poder desarrollar su máxima
capacidad (Kirk y Gallagher, 1983) porque el procedimiento educacional
uniforme, que se aplica a la mayoría, resulta inadecuado para él (Kaufmann,
1981). Ni que decir qué sucede en el caso de cuatro y cinco desviaciones
estándar por encima del promedio (CI superior a 145 y 160, los conocidos como
niños genio, prodigio o profundamente dotados), en que los alumnos necesitan
una enseñanza completamente personalizada, totalmente adaptada a sus
necesidades. Sin embargo no nos escandalizamos cuando vemos que existen
Centros Educativos Específicos para los discapacitados mentales y sí que nos
rasgamos las vestiduras cuando lo solicitamos para los superdotados y los
alumnos de alto rendimiento académico.
Como algunos ya sabéis, yo estudié en España en un Instituto Experimental
Piloto para alumnos de alto rendimiento académico y superdotados, dependiente
de la Universidad
de Granada, que funcionó desde 1965 hasta 1983 -durante casi 20 años-, el IEP
Padre Manjón, mi experiencia y la de muchos de mis compañeros (aquellos a los
que he podido preguntar) es que no solo se sintieron educativamente atendidos,
a pesar y debido al altísimo nivel de exigencia que se nos requería, sino que
fue una de las etapas más dichosas de nuestras vidas. Por mi parte, no
ceso de reivindicar que se recupere el material didáctico y pedagógico que
surgió del IEP Padre Manjón durante esos casi 20 años en beneficio no solo de
la atención educativa de los más capaces, sino de todo el alumnado en general.
Sólo cuando seamos conscientes y honestos sobre lo que significa ser
superdotado o tener alta capacidad por tener uno o varios talentos por encima
de la media, podremos romper las barreras de la incomprensión y el abandono
escolar al que se encuentran sometidos estos niños y entender que una educación
específica no solo es una obligación legal sino una auténtica necesidad.
Sed
felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.