El pasado
viernes estuve tomando café con dos madres de una Asociación de Niños de Altas
Capacidades, una de ellas de profesión “maestra”. Hablando de la problemática educativa de
estos menores surgió, como siempre, el tema de que hay niños superdotados para
los que el sistema educativo, simplemente, no funciona. Mi consejo en estos casos es que “saquen a
los niños del sistema educativo”, esto es, que los escolaricen on-line, en casa
(cuestión ésta legislativamente permitida en España que obliga a la
escolarización de todos los menores pero no a que esta escolarización deba ser “presencial”
y que no solo se encuentra prevista normativamente por la Comunidad Catalana,
sino que el propio Ministerio de Educación y Cultura Español cuenta con la “Escuela
Virtual a Distancia” del CIDEAD, que desde el año 1992 escolariza en esta
fórmula a cualquier niño español “en edad escolar que por circunstancias personales, sociales, geográficas u
otras de carácter excepcional, se ven imposibilitadas para seguir enseñanzas a
través del régimen presencial ordinario” (R.D. 1180/92 de 2 de
octubre)).
Y como
siempre que saco este tema ante un docente me responden indignados: “¿Y su
socialización?; Si no van a la escuela no se socializan”. Desde mi punto de vista, falso mito donde los
haya, si comprendemos lo que es la socialización y para qué sirve.
Según
la wikipedia, “la socialización es el proceso mediante el cual el ser
humano aprende e interioriza, en el transcurso de su vida, los elementos
socioculturales de su medioambiente, los integra a la estructura de su
personalidad, bajo la influencia de experiencias y de agentes sociales
significativos, y se adapta así al entorno social en cuyo seno debe vivir.”
“También se llama socialización a la asunción o
toma de conciencia de la estructura social en la que un individuo nace, y donde
aprende a diferenciar lo aceptable (positivo) de lo inaceptable (negativo) en
su comportamiento y es el proceso por el que una persona interioriza la cultura
de una sociedad determinada.”
La
socialización es factible gracias a los agentes sociales, que se pueden
identificar como la familia, la escuela, los iguales, los medios de
comunicación y las redes sociales. Además, son agentes sociales las
instituciones e individuos representativos con capacidad para transmitir e
imponer los elementos culturales apropiados, como los grupos de trabajo, el
ejército o los partidos políticos.
La
socialización se puede clasificar en tres etapas: primaria,
secundaria y terciaria.
Autores
como Child, definen la socialización como “el
proceso mediante el cual el individuo es absorbido por la cultura de su sociedad”,
mediante el proceso de socialización, el individuo “nacido con una gama de comportamiento potencial muy amplia, es
conducido a desarrollar una gama de comportamientos más restringidos,
consistente en lo que es habitual o aceptable con arreglo a normas de su grupo.”
En
este sentido, la socialización es un
aprendizaje a lo largo de la vida del individuo, con el fin de que éste se
adapte a su grupo y con ello a las normas, valores e imágenes de éste.
Por lo general se distingue entre la socialización primaria —aquella
en la que el infante adquiere las primeras capacidades intelectuales y
sociales, y que juega el papel más crucial en la constitución de su identidad, y se
realiza en el seno de la familia— de
los procesos de socialización
secundaria, en los que instituciones específicas —como la escuela, los
medios de comunicación, las redes sociales, las empresas, los partidos
políticos o el ejército— proporcionan competencias específicas, más abstractas
y definibles.
La
Socialización Primaria se desarrollaba desde el comienzo de la vida hasta el
ingreso del individuo en alguna institución escolar, donde se producían los
primeros intercambios con sujetos que no pertenecen al entorno familiar (de
todas maneras no hay un momento exacto que marque la finalización de esta
etapa, ya que esto varía según el individuo y la sociedad y las pautas
culturales en la que éste se desenvuelva), pero esto ha variado mucho en la actualidad si consideramos que nuestros niños tienen acceso tanto a los medios de comunicación como a las tecnologías de la información cada vez a edades más tempranas. Además, esta etapa se remite al
núcleo familiar y se caracteriza por una fuerte carga afectiva. Sin embargo,
esto no implica que los efectos de la socialización secundaria sean menos
duraderos o influyentes; a través de los mecanismos de control social, estos
pueden resultar internalizados tan efectivamente como los adquiridos en la
primera infancia.
“La
experiencia social es la base sobre la que construimos nuestra personalidad,
esto es, el entramado, relativamente consistente, de las formas de pensar,
sentir y actuar de una persona. La socialización terciaria, se refiere al
proceso de «transculturación», cuando un individuo se incorpora a otra
sociedad, con patrones culturales distintos a los aprendidos, etc.”
Pero,
lo que es más importante, el individuo
va socializándose durante toda su vida; sin embargo, cuando llega a adulto,
el individuo ha superado la parte más fundamental y decisiva del proceso: su integración
en una cultura determinada y, dependiendo de su formación y su criterio, los
agentes socializantes tendrán una influencia mayor o menor en el mismo, dejando
mayor o menor huella en el individuo según la personalidad de éste.
Lejos
están estas teorías psicológicas de la definición de “socializar” que da la
Real Academia Española de la Lengua, que lo define como “Promover las
condiciones sociales que, independientemente de las relaciones con el Estado,
favorezcan en los seres humanos el desarrollo integral de su persona.” Lo que implica la participación de toda la
sociedad en general y me recuerda el proverbio africano de que “al niño lo
educa la tribu”.
Desde
mi punto de vista y en relación a algunos niños superdotados, la influencia de
la escuela como agente socializador puede resultar absolutamente perniciosa
para éstos.
En
primer lugar, fuera del ámbito familiar que es el primer nivel y agente
socializador, los medios de comunicación y las redes sociales, le están ganado
campo a la escuela como elementos de socialización secundaria desde la primera
infancia; por otro lado, tanto el sistema de valores del sistema educativo
actual -la famosa “normalización”-, la tendencia a la “mediocridad” de la
formación que se imparte, -puesto que se trata de que todos los niños consigan
los objetivos “mínimos” que establece la normativa y no “el máximo desarrollo
de sus capacidades”-, la incomprensión tanto de los maestros como de sus pares
en relación a su forma de ser, de pensar y de sentir –puesto que están
agrupados por edad y no por capacidad-, su propio pensamiento divergente y la incapacidad del sistema para desarrollar su creatividad;
hace que estos niños sufran lo indecible en un sistema que no solo no
respeta su individualidad, sino que establece todos los mecanismos posibles
para que el individuo abandone su excepcionalidad para integrarse en el
conjunto.
La
típica respuesta automática de los docentes es que los niños tienen que aprender a vivir en
sociedad, cuestión ésta a la que la escuela no aporta nada de particular si
pensamos en que la sociedad ha existido desde que el hombre es hombre y no desde
que se creara el sistema educativo público en occidente hace escasos trescientos
años.
Con esto no quiero menoscabar, en
absoluto, el papel fundamental que la escuela desarrolla en la formación de la
generalidad de nuestros infantes y las posibilidades que esto le otorga en relación
a su aprendizaje sobre determinados valores, comportamientos y conocimientos; solo quiero dejar constancia de que esta
forma de socialización no es la única, ni siquiera la mejor en muchos aspectos,
y que hay niños para los que esta forma de aprendizaje resulta perniciosa y
que, no por no asistir a la escuela presencial, se van a convertir en unos “asociales”,
puesto que, como ya he explicado, es en el seno familiar, en primer lugar y el
mero contacto con la realidad que nos rodea, formada por otros seres humanos,
lo que nos socializa.
Feliz Domingo.